Tal día como hoy hace 3 años empezaba mi periplo profesional como dietista-nutricionista (DN). Un viaje que me ha llevado a conocer gente, entablar amistad con otros profesionales y con pacientes, a compartir momentos duros y otros más relajados. No podía celebrarlo con ninguna otra imagen que no fuese mi gran compañero de fatigas, el café, que tan amablemente me acompaña cada día y sobre todo los fines de semana.
Me acuerdo que en la facultad existía una desconfianza bastante grande acerca la consulta privada: ponerse de autónomo, asumir deudas, trabajar muy duro y labrarse un futuro. Nada de eso ha sido fácil y, sin embargo, aquí estoy. Y encima todavía sigo animando a nuevos DN a buscar su lugar (yo soy de los que creen que no estamos ahí para competir entre nosotros, sino para complementarnos).
Sin duda, si miramos con una perspectiva a corto plazo, es mejor sacarse una oposición o tener la suerte de que una empresa te ofrezca un contrato como asesor, elaborador de menús, DN de un club deportivo… creo que es algo con lo que todos soñamos alguna vez. Pero como decía Fernando de Rojas:
«Miserable cosa es pensar ser maestro el que nunca fue discípulo»
Y creo que es verdad, que si me hubiesen dado un contrato fijo al principio no habría podido desarrollarme como lo he hecho hasta hoy mismo. Si todo tiene un por qué el tiempo dirá si mi trabajo estuvo bien, si estará bien, los frutos que dará, etcétera. Pero si algo estoy seguro es que no me arrepiento de haber llegado hasta aquí. Voy a seguir dando caña unos años más, en las buenas y en las malas, en los éxitos y en los fracasos.
Gracias a todos mis colaboradores, pacientes, profesores y personas que han pasado por mi vida durante mi formación y ejercicio como dietista-nutricionista. Recordaré todos los detalles con la fuerza suficiente. Gracias por estos valiosos 3 años.
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